andina flor

alondra

ANDROMEDA

Estoy solo,
con la soledad del universo,
como Dios, como el hombre, como Cristo en la cruz,
como una estrella que vaga en la inmensidad,
con la ilusión de una luz,
una chispa, que encienda la oscuridad,
estoy solo,
escalando el tiempo,
endulzado con el aleteo de la vida,
más allá, no hay principio ni fin,
solo soledad.

Estoy solo,
en el cenit del tiempo,
 con el dolor de la vida al recordar la juventud,
con el dolor de la flor  al ver sus hojas marchitas,
con el dolor del amor  en la despedida,
con el golpe de la guerra destrozando la paz,
con el hambre atemorizando mi débiles venas,
estoy solo,
con mi pensamiento, mártir de esta soledad,
la materia lúcida que sufre,
el que le da el soplo inercial a la paralizante muerte;
estoy solo,
con la soledad del alma;
entonces, juego con un espejismo,
de abrazos, de miles de voces,
un tumulto en procesión,
y  me aferro al único cielo,
a un punto de la humanidad,
 donde encuentre compañía
para esta soledad.

Estoy solo,
con la luz de mi sangre huyendo hacia el sol,
entre el pánico de asustados átomos,
y el silencio de un icono religioso.
Estoy solo,
impotente, como la luz ante la sombra,
 con la fe destrozada,
con un océano ahogando mi gota de sangre,
con el puño cerrado, sangrando,
 hiriendo la libertad de los sentidos,
quemando los colores lúcidos, cercenando oraciones;
al final, todos se han ido,
estoy solo, completamente solo.
Estoy solo,
con el dolor  más grande, con el dolor de la soledad,
aquella que se desangra en un alma solitaria,
con penas que salen llanto a llanto
destruyendo las más dulces ilusiones
derrumbando el corazón más fuerte.

Tengo la soledad del mundo, la que más duele,
con dolor de amor, aquella que llora y ríe,
la que vive enamorada sin saber a quien amar.
Estoy solo,
con la soledad de un ave perdida
que en vuelo solitario y  cansado aleteo
pretende alcanzar la morada escondida
y los sueños hechos entre el cielo y el mar.
Estoy solo,
con mi soledad esparcida como colores del arco iris,
en un cielo sin estrellas y sin ojos que deslumbrar.
Estoy solo,
como el  mar, que en despechado oleaje
pretende enamorar sorprendidas estrellas
a las que nunca podrá tocar.

Estoy solo,
como un orate  que crea sueños y vive ilusiones,
camino  de calle en calle,  de puerta en puerta,
buscando un alma similar ; camino por un mundo,
donde no existe un solo  abrazo, ni una sonrisa,
sólo máscaras con rostro humano;
 les hablo sin hallar respuesta,
tomo la izquierda  y  todos van por la derecha,
les tiendo la mano y todos siguen de frente,
les grito y todos son  mudos y sordos,
entonces,  sigo caminando,
hablando con mi soledad.