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Estas penas que crecen en mi alma inca,
brincan a lo más alto de estas montañas,
como sangre que tiñe la nieve,
como torrente de lágrimas a piedras mudas,
como el frío del viento en la inmensa puna.
Esta flor que en mi cuerpo nace,
como nido de cóndor en filuda roca,
hiere mi alma en silenciosa muerte
como dolor indio en suave quena,
en moribundo vuelo de blanca paloma
por los cielos y quebradas de mi cansado cuerpo.
Estas espinas que crecen en mis montes
causan dolores tan fuertes
como lanzas de lluvia que desangran la nieve más helada.
Estas noches frías de estrellas que alumbran
en lejana soledad,
son silenciosos testigos de estas penas que sufren
mi alma en su orfandad.
No hay dolor mas andino,
que estas que sufren mis piedras muertas
y mis piedras vivas
en su andina soledad,
de montes fríos y heladas punas,
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